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  • Foto del escritorSol Martinez

Información en gel

Actualizado: 7 may 2020

Cuando empecé a diseñar este proyecto, tenía en mente miles de ideas muy diferentes, pero ninguna estaba relacionada con una pandemia. Hoy, me toca hacer que empiece a girar la pelota. Así que vamos.


Estamos frente a una situación en la que es muy difícil construir ideas comunicables, porque esta vez sí, literalmente, todo el mundo está hablando de lo mismo. Bueno, calma, eso no es tan malo, sino que nos da un primer tema sobre el que reflexionar: la sobreinformación. Podemos decir que, desde hace aproximadamente una década, vivimos en la era digital. En términos comunicacionales y de manera muy simplista, eso significa que una gran porción de la sociedad mundial tiene acceso a un aluvión de informaciones de manera constante. Con la explosión de las redes sociales, esto no solo se acrecentó, sino que también se produjo un abrupto cambio de paradigma. A partir de entonces, alcanza con crearse un perfil en cualquier red social y dar clic en publicar para que la información empiece a generarse en otros espacios que no son los de los medios masivos de comunicación. Aclaramos, por supuesto, que esto no pone en jaque radicalmente la hegemonía de los medios, pero es un asunto que dejaremos para otra ocasión. Entonces, volviendo al viernes 20 de marzo del 2020, estamos en nuestro primer día de cuarentena obligatoria de la era digital -y de otras tantas-. Es decir, estamos encerrados en nuestras casas, con mucho más tiempo para el ocio que el habitual, y consumiendo toda la información físicamente posible. Como ya lo vimos en días anteriores, esto no es necesariamente un alivio. Muy lejos de mirar con ojos apocalípticos el abanico de posibilidades que nos ofrece la era digital, sí me parece que estamos en el momento adecuado para empezar a cuestionar y reflexionar algunas otras cosas. Con tanto contenido al alcance de nuestras manos, es muy difícil que podamos filtrar de manera prudente qué queremos ver y qué cosas preferimos obviar. En este caso en particular, la sobreinformación acerca del coronavirus ha generado una psicosis masiva muy difícil de controlar. Con esto no estoy minimizando el problema ni mucho menos, sí estamos frente a una potencial crisis sanitaria muy importante, sí hay crisis económica, sí es muy contagioso y sí hay muertos, información al respecto hay de sobra y no hay nada que pueda decir que quienes estén leyendo esto no sepan. Pero el malestar generalizado no está en el ADN del coronavirus y aún así es muy contagioso.


Entonces, el planteo es el siguiente: obviando la pandemia, es muy necesario que empecemos a organizar y a suministrar el contenido que consumimos a través de las redes sociales de forma consciente. Así como las teorías conspirativas y apocalípticas que nos vemos obligados a escuchar -o leer-, hay muchos mensajes que no queremos contestar, tweets y posteos que no queremos leer, o asuntos sobre los que no queremos opinar porque no sabemos o porque simplemente no nos interesan. Pero la data se mueve a un ritmo tan acelerado que nos volvemos opinólogos para no quedarnos afuera, y hablamos sin saber sobre cosas que desconocemos. Un poco parecido a lo que pasa en el almuerzo familiar. Obviamente que este planteo no tiene que ver con un efecto silenciador, ni con atentar contra la libertad de expresión, pero sí creo necesario que dejemos el debate abierto y repensemos nuevos hábitos de consumo de la información.


Hoy, quedate en tu casa y lavate las manos, pero también reflexioná sobre eso que vas a decir en las redes sociales, chequeá las fuentes y no viralices fake news. Porque no lo esuchan sólo los comensales de la mesa del domingo, sino que con el primer repost, tus dichos podrían contagiar a todo el planeta.


Ok, entonces, ahora sí. En Somos Cisne también vamos a hablar de otras cosas.


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